Jili slot gcash https://angelminifotografia.online Mon, 22 Aug 2022 02:12:39 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.8.9 https://angelminifotografia.online/wp-content/uploads/2020/06/cropped-LOGO-FLOR-BLANCO-32x32.png https://angelminifotografia.online 32 32 Con el cristal de la niñez https://angelminifotografia.online/cristal-de-la-ninez/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=cristal-de-la-ninez https://angelminifotografia.online/cristal-de-la-ninez/#respond Mon, 22 Aug 2022 02:12:35 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=560 Aunque no sabíamos qué era, mi hermana y yo nos comprometimos con la misión cuando mi papá nos encargó buscar vidrios pequeñitos para hacer un caleidoscopio. Por las tardes, cuando salíamos a recorrer con mi mamá las calles de tierra, hacia el campo, no despegábamos la mirada del suelo, buscando esos pequeños tesoros. Mi papá volvía del trabajo y corríamos a mostrarle lo que habíamos conseguido. A veces era un poco decepcionante, porque no aceptaba trocitos de plástico, ni vidrio pintado, tenía que ser vidrio de color. No entendíamos por qué algunos pedacitos que se veían tan lindos quedaban descartados. Pero seguimos adelante con la tarea y encontramos vidrios de varios colores, con diferentes formas y hasta algunos con relieves fascinantes. Una vez que recolectamos suficientes tesoros, papá los dividió y armó dos caleidoscopios. Nada de todo lo que admirábamos en las jugueterías se parecía a las creaciones de papá Luis, ni en calidad, ni en detalle. Nosotras lo mirábamos encantadas mientras hacía su magia en el tallercito, era nuestro MacGyver, con pedacitos de cosas desechadas fabricaba juguetes increíbles. Ya lo conté en otro post, cuando nos acercábamos y le preguntábamos qué estaba haciendo nos respondía: “una trampa para cazar curiosas”. Los caleidoscopios fueron la excepción, porque ya sabíamos como se llamaba lo que estaba haciendo, aunque no por eso fue menos misteriosa y fascinante la confección. Debemos haber estado hipnotizadas con la boca abierta, mirando como lo hacía. Y más hipnotizadas aun cuando nos paramos en la galería de casa, de cara al ventanal para espiar por primera vez dentro de los tubitos mágicos forrados en papel araña azul. También nos peleamos (obviamente) por ver quién tenía el más lindo, pero era imposible determinarlo, el dibujo siempre cambiaba. Cuando visito a mi mamá, y paso por el estante donde están los caleidoscopios no puedo evitar agarrarlos y espiar, no pierden nunca la magia, el ruidito de los vidrios al girar el tubo, las figuras infinitas, los colores, las formas que siempre cambian pero la esencia sigue siendo la misma y me lleva directo a los noventa, a las calles de tierra, el campo, el tallercito de mi papá, las caminatas con mamá y mi hermana, la escuela… Recuerdo que cuando en la escuela nos contaron que los españoles engañaron a los pueblos originarios con espejitos de colores a cambio de oro yo me imaginaba a los incas con caleidoscopios y pensaba que habían salido ganando en el trueque. Volviendo a mi papá, él siempre trataba de dejarnos una enseñanza en todo lo que hacía y lo que nos regalaba. No hablaba mucho, pero pensaba cada palabra. A veces contaba anécdotas muy interesantes de su vida, relatos que nunca habíamos escuchado, tampoco mi mamá, que decía asombrada “¡Luis, nunca me habías contado eso!”. Parecía que él administraba todas las historias valiosas para no repetirlas nunca, y contarlas en el momento exacto: una tarde tomando mate en el porche de casa mirando al campo, una noche de verano cenando en el jardín bajo las estrellas o un día que estábamos muy tristes, con el fin de consolarnos. Me pregunto si le habrá quedado alguna historia por contar o si calculó perfectamente cuándo compartirlas. Cuando escucho la frase “nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira” pienso en sus caleidoscopios, quizás la enseñanza fue hacernos buscar cristales que no se dañaran con el tiempo, cristales de calidad para mirar la vida. O quizás no, pero es muy posible que sí, jaja, quién sabe. Él no hacía nada al azar, y todo lo planeaba en complicidad con mi mamá. Hoy, día del niño, 30 años después, me pregunto con qué cristal miro yo la vida. Es muy difícil no dejarse tentar por los plásticos y los vidrios pintados que encontramos en nuestro camino, es más difícil aún tratar de seguir mirando la vida con el cristal de la niñez. ¿Con qué cristal miraba yo la vida cuando era niña? Veía todo con alegría y con una sonrisa enorme, y siempre pensaba bien de la gente (eso lo extraño). También era muy inquieta y tenía una imaginación capaz de recortar y editar la realidad y acomodarla a lo que yo deseara (eso aun lo tengo). “Es hora de que madures”, quizás te lo dijeron alguna vez o se lo dijiste a alguien, como una exigencia o un consejo, como si fuera la gran cosa, como si fuera una evolución transformarnos en adultos, cambiar nuestro cristal. Y cada día del niño, seguramente también lo escuchaste o lo leíste, alguien menciona al niño que tenemos dentro. Entonces sonreímos con candidez durante dos segundos para retomar nuestro camino serio y maduro muy rapidito. Porque no queremos ser inmaduros, no queremos parecer locos. Este día del niño te escribo «ojalá que guardes siempre ese cristal», ese que te hacía único en tu niñez, esa sonrisa, ese optimismo, esa inocencia, esa generosidad, o lo que sea que abandonaste en una repisa de la casa de tus padres, para dedicarte a crecer. Ojalá que nunca te de vergüenza inventar una historia disparatada, correr sin doblar las rodillas, hacer burbujas en el café con leche con un sorbete o pasar por una plaza y sentarte en una hamaca y hamacarte con toda la fuerza del mundo para descubrir si es verdad que se puede girar en 360°. Y te deseo que no necesites estar acompañado de un niño para hacerlo, que disfrutes de tu aventura sin excusas, sin otro objetivo que complacer a TU niño interior, sin que te importe otra mirada que no sea la suya, la del cristal de la niñez.

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Aunque no sabíamos qué era, mi hermana y yo nos comprometimos con la misión cuando mi papá nos encargó buscar vidrios pequeñitos para hacer un caleidoscopio. Por las tardes, cuando salíamos a recorrer con mi mamá las calles de tierra, hacia el campo, no despegábamos la mirada del suelo, buscando esos pequeños tesoros.

Mi papá volvía del trabajo y corríamos a mostrarle lo que habíamos conseguido. A veces era un poco decepcionante, porque no aceptaba trocitos de plástico, ni vidrio pintado, tenía que ser vidrio de color. No entendíamos por qué algunos pedacitos que se veían tan lindos quedaban descartados. Pero seguimos adelante con la tarea y encontramos vidrios de varios colores, con diferentes formas y hasta algunos con relieves fascinantes.

Una vez que recolectamos suficientes tesoros, papá los dividió y armó dos caleidoscopios. Nada de todo lo que admirábamos en las jugueterías se parecía a las creaciones de papá Luis, ni en calidad, ni en detalle. Nosotras lo mirábamos encantadas mientras hacía su magia en el tallercito, era nuestro MacGyver, con pedacitos de cosas desechadas fabricaba juguetes increíbles.

Ya lo conté en otro post, cuando nos acercábamos y le preguntábamos qué estaba haciendo nos respondía: “una trampa para cazar curiosas”. Los caleidoscopios fueron la excepción, porque ya sabíamos como se llamaba lo que estaba haciendo, aunque no por eso fue menos misteriosa y fascinante la confección. Debemos haber estado hipnotizadas con la boca abierta, mirando como lo hacía. Y más hipnotizadas aun cuando nos paramos en la galería de casa, de cara al ventanal para espiar por primera vez dentro de los tubitos mágicos forrados en papel araña azul. También nos peleamos (obviamente) por ver quién tenía el más lindo, pero era imposible determinarlo, el dibujo siempre cambiaba.

Cuando visito a mi mamá, y paso por el estante donde están los caleidoscopios no puedo evitar agarrarlos y espiar, no pierden nunca la magia, el ruidito de los vidrios al girar el tubo, las figuras infinitas, los colores, las formas que siempre cambian pero la esencia sigue siendo la misma y me lleva directo a los noventa, a las calles de tierra, el campo, el tallercito de mi papá, las caminatas con mamá y mi hermana, la escuela…

Recuerdo que cuando en la escuela nos contaron que los españoles engañaron a los pueblos originarios con espejitos de colores a cambio de oro yo me imaginaba a los incas con caleidoscopios y pensaba que habían salido ganando en el trueque.

Volviendo a mi papá, él siempre trataba de dejarnos una enseñanza en todo lo que hacía y lo que nos regalaba. No hablaba mucho, pero pensaba cada palabra. A veces contaba anécdotas muy interesantes de su vida, relatos que nunca habíamos escuchado, tampoco mi mamá, que decía asombrada “¡Luis, nunca me habías contado eso!”. Parecía que él administraba todas las historias valiosas para no repetirlas nunca, y contarlas en el momento exacto: una tarde tomando mate en el porche de casa mirando al campo, una noche de verano cenando en el jardín bajo las estrellas o un día que estábamos muy tristes, con el fin de consolarnos. Me pregunto si le habrá quedado alguna historia por contar o si calculó perfectamente cuándo compartirlas.

Cuando escucho la frase “nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira” pienso en sus caleidoscopios, quizás la enseñanza fue hacernos buscar cristales que no se dañaran con el tiempo, cristales de calidad para mirar la vida. O quizás no, pero es muy posible que sí, jaja, quién sabe. Él no hacía nada al azar, y todo lo planeaba en complicidad con mi mamá.

Hoy, día del niño, 30 años después, me pregunto con qué cristal miro yo la vida. Es muy difícil no dejarse tentar por los plásticos y los vidrios pintados que encontramos en nuestro camino, es más difícil aún tratar de seguir mirando la vida con el cristal de la niñez.

¿Con qué cristal miraba yo la vida cuando era niña?

Veía todo con alegría y con una sonrisa enorme, y siempre pensaba bien de la gente (eso lo extraño). También era muy inquieta y tenía una imaginación capaz de recortar y editar la realidad y acomodarla a lo que yo deseara (eso aun lo tengo).

“Es hora de que madures”, quizás te lo dijeron alguna vez o se lo dijiste a alguien, como una exigencia o un consejo, como si fuera la gran cosa, como si fuera una evolución transformarnos en adultos, cambiar nuestro cristal. Y cada día del niño, seguramente también lo escuchaste o lo leíste, alguien menciona al niño que tenemos dentro. Entonces sonreímos con candidez durante dos segundos para retomar nuestro camino serio y maduro muy rapidito. Porque no queremos ser inmaduros, no queremos parecer locos.

Este día del niño te escribo «ojalá que guardes siempre ese cristal», ese que te hacía único en tu niñez, esa sonrisa, ese optimismo, esa inocencia, esa generosidad, o lo que sea que abandonaste en una repisa de la casa de tus padres, para dedicarte a crecer. Ojalá que nunca te de vergüenza inventar una historia disparatada, correr sin doblar las rodillas, hacer burbujas en el café con leche con un sorbete o pasar por una plaza y sentarte en una hamaca y hamacarte con toda la fuerza del mundo para descubrir si es verdad que se puede girar en 360°. Y te deseo que no necesites estar acompañado de un niño para hacerlo, que disfrutes de tu aventura sin excusas, sin otro objetivo que complacer a TU niño interior, sin que te importe otra mirada que no sea la suya, la del cristal de la niñez.

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Día de animal https://angelminifotografia.online/dia-del-animal/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=dia-del-animal https://angelminifotografia.online/dia-del-animal/#respond Fri, 30 Apr 2021 00:21:50 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=548 Quienes me conocen saben que tengo una hermana, Sofía. Pero, en casa había una niña más, nuestra perra Reyna. Le pusimos Reyna en honor a Reina Reech, la « Y » se la agregó el veterinario del registro civil perruno. Mi papá era de la idea de que un perro no es lo mismo que un hermano, pero Reyna llegó a casa en el 1993, si no me equivoco y se fue en el 2010, nadie me puede discutir el lugar que ocupó en mi corazón. La trajo papá Luis en una caja de cartón, como regalo de cumpleaños para mamá Mari. La pobre pensó que era una batidora, pero era una cachorrita y se había descompuesto en el viaje a casa. ¡Sorpresa! Reynita Rita Rina Gelmini siempre fue una perrita especial. Si bien jugábamos muchísimo con ella y, en general, era buena con los chicos, tenía un carácter muy fuerte y muy definido. Yo la admiraba mucho. Reyni nunca, jamás hacía el ridículo, nunca se caía, no se mostraba triste (si lloraba era de bronca), era mas bien mandona y se llevaba el mundo por delante. El mundo y los portones. Una vez el vecino nos contó que la perrita se escapaba todas las noches y cuando él volvía a su casa la levantaba y nos la regresaba al jardín. Como dije, ella nunca entendió bien ese asunto de los límites, tampoco cuando se trataba de comer. Nos masticó absolutamente todos los juguetes que olvidamos en el jardín, se comía todo lo que caía al piso (chicles, hielo, papeles, plásticos, lo que fuera). Y también cazaba todo lo que pasaba por el patio o lo que podía robar del campo, pero no lo comía y lo traía orgullosa, para deleite de mi pobre madre. lauchas, iguanas, víboras, comadrejas, un tero de 18 años y media liebre. Mi tío le decía manojo de nervios, dicen que no hay prenda que no se parezca al dueño. A mi me encantaba su forma de ser, loca e irreverente. Cuando se puso viejita sufrió un ACV y eso cambió un poco su personalidad, vivió un tiempo más, pero no era la misma de antes. Todavía siento ese dolor. Yo tendría unos 23 años en ese momento, pero me tuvo que consolar mi abuela Ángela por teléfono y todavía recuerdo sus palabras reconfortantes. Reynita no fue una perrita de mi infancia, fue la única. Mi mamá se ofendía un poco cuando alguien nos visitaba y decía sorprendido “¿Todavía la tenés?”, y ella solo respondía “Sí”, pero mientras tanto pensaba -pero claro que la tenemos, ¿qué se piensa? si es pequeña y está bien cuidada, tiene que vivir mucho tiempo-. Después la miraba orgullosa y nos decía “Yo creo que tuvo suerte de venir a esta familia, no?”. ¡Claro que tuvo suerte de tener a mi mamá como su mamá humana! Y nosotros tuvimos la suerte de tener muchos años a Reynita que, de algún modo, fue nuestra hermanita menor. Juanma también tuvo una perrita llamada Reina. Así que muchos años después, cuando adoptamos nuestra segunda bebé perruna decidimos llamarla Reina en honor a nuestros amores perrunos. No sólo coincidimos en el nombre de las perritas, sentimos el mismo amor y respeto por los perros. También tenemos la suerte de vivir en un pueblo donde la gran mayoría de la gente respeta a los animales y casi todos los vecinos cuidamos a algún perro abandonado en la calle. Cuando yo era chica recuerdo que cuando alguien no quería a las crías de una animal se deshacía de ellas, a lo bruto, de forma cruel. Sé que todavía hay gente que lo hace, muchos siguen creyendo que los animales son descartables, pero también hay mucha gente que respeta la vida. Hoy es el día del Animal, y aunque escribo especialmente pensando en ellos no está de más recordar que la vida es sagrada, en todas sus formas, plantas, animales y especialmente humanos. Pasemos por este mundo respetando lo sagrado de la naturaleza, y si vamos a dejar una huella que solo sea de amor y respeto hacia la vida en todas sus formas.

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Quienes me conocen saben que tengo una hermana, Sofía. Pero, en casa había una niña más, nuestra perra Reyna. Le pusimos Reyna en honor a Reina Reech, la « Y » se la agregó el veterinario del registro civil perruno.

Mi papá era de la idea de que un perro no es lo mismo que un hermano, pero Reyna llegó a casa en el 1993, si no me equivoco y se fue en el 2010, nadie me puede discutir el lugar que ocupó en mi corazón. La trajo papá Luis en una caja de cartón, como regalo de cumpleaños para mamá Mari. La pobre pensó que era una batidora, pero era una cachorrita y se había descompuesto en el viaje a casa. ¡Sorpresa!

Reynita Rita Rina Gelmini siempre fue una perrita especial. Si bien jugábamos muchísimo con ella y, en general, era buena con los chicos, tenía un carácter muy fuerte y muy definido. Yo la admiraba mucho. Reyni nunca, jamás hacía el ridículo, nunca se caía, no se mostraba triste (si lloraba era de bronca), era mas bien mandona y se llevaba el mundo por delante. El mundo y los portones. Una vez el vecino nos contó que la perrita se escapaba todas las noches y cuando él volvía a su casa la levantaba y nos la regresaba al jardín.

Como dije, ella nunca entendió bien ese asunto de los límites, tampoco cuando se trataba de comer. Nos masticó absolutamente todos los juguetes que olvidamos en el jardín, se comía todo lo que caía al piso (chicles, hielo, papeles, plásticos, lo que fuera). Y también cazaba todo lo que pasaba por el patio o lo que podía robar del campo, pero no lo comía y lo traía orgullosa, para deleite de mi pobre madre. lauchas, iguanas, víboras, comadrejas, un tero de 18 años y media liebre.

Mi tío le decía manojo de nervios, dicen que no hay prenda que no se parezca al dueño. A mi me encantaba su forma de ser, loca e irreverente. Cuando se puso viejita sufrió un ACV y eso cambió un poco su personalidad, vivió un tiempo más, pero no era la misma de antes. Todavía siento ese dolor. Yo tendría unos 23 años en ese momento, pero me tuvo que consolar mi abuela Ángela por teléfono y todavía recuerdo sus palabras reconfortantes.

Reynita no fue una perrita de mi infancia, fue la única. Mi mamá se ofendía un poco cuando alguien nos visitaba y decía sorprendido “¿Todavía la tenés?”, y ella solo respondía “Sí”, pero mientras tanto pensaba -pero claro que la tenemos, ¿qué se piensa? si es pequeña y está bien cuidada, tiene que vivir mucho tiempo-. Después la miraba orgullosa y nos decía “Yo creo que tuvo suerte de venir a esta familia, no?”. ¡Claro que tuvo suerte de tener a mi mamá como su mamá humana! Y nosotros tuvimos la suerte de tener muchos años a Reynita que, de algún modo, fue nuestra hermanita menor.

Juanma también tuvo una perrita llamada Reina. Así que muchos años después, cuando adoptamos nuestra segunda bebé perruna decidimos llamarla Reina en honor a nuestros amores perrunos. No sólo coincidimos en el nombre de las perritas, sentimos el mismo amor y respeto por los perros. También tenemos la suerte de vivir en un pueblo donde la gran mayoría de la gente respeta a los animales y casi todos los vecinos cuidamos a algún perro abandonado en la calle.

Cuando yo era chica recuerdo que cuando alguien no quería a las crías de una animal se deshacía de ellas, a lo bruto, de forma cruel. Sé que todavía hay gente que lo hace, muchos siguen creyendo que los animales son descartables, pero también hay mucha gente que respeta la vida.

Hoy es el día del Animal, y aunque escribo especialmente pensando en ellos no está de más recordar que la vida es sagrada, en todas sus formas, plantas, animales y especialmente humanos. Pasemos por este mundo respetando lo sagrado de la naturaleza, y si vamos a dejar una huella que solo sea de amor y respeto hacia la vida en todas sus formas.

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10 consejos básicos para fotografiar niños en casa https://angelminifotografia.online/diez-consejos-basicos-para-fotografiar-ninos-en-casa/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=diez-consejos-basicos-para-fotografiar-ninos-en-casa https://angelminifotografia.online/diez-consejos-basicos-para-fotografiar-ninos-en-casa/#respond Thu, 04 Feb 2021 23:10:15 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=456 Los fotógrafos tenemos técnica y equipo. Los padres también tienen sus ventajas: conocen a sus hijos como nadie y tienen la posibilidad de estar presentes en los momentos más importantes de sus vidas. Estas son dos ventajas que también permiten tomar fotografías inolvidables. Primer día de clases. Recuerdo el perfume a nuevo de mi mochila rosa y gris, el planchado impecable de mi guardapolvos con ruedo suficiente para varios años, los moños perfectos que hacía la nona, la cola de caballo tan tirante que dolía cuando me soltaba el pelo y, para completar el look, uno de esos anillos que me compraba en verano por menos de un peso (y así como los compraba los perdía). Pero más que nada recuerdo mi emoción porque ya era una nena grande de primaria (además mi mamá me había dicho que parecía de 9). Mi hermanita Sofía todavía no empezaba la escuela pero también protagoniza la foto con uno de esos vestidos increíbles que nos hacía la tía Stella, a tono con mi corbata escolar azul marino. Seguramente mis papás nos pidieron que nos tomemos las manitos, pero las sonrisas y la ilusión son auténticas. Un recuerdo inolvidable. El condimento infaltable para una foto valiosa es la emoción que transmite. Hoy te dejo diez consejos básicos para fotografiar niños en casa y capturar esa emoción. Para que tus fotos sean especiales y emotivas hoy y cada vez que las vuelvas a ver. 1. La luz es clave en las fotografías y no se ve igual a simple vista que a través de la cámara. Para fotografiar niños la luz natural es mejor que usar el flash automático del teléfono (que encandilan o quitan profundidad al rostro) o las luces del techo (que hacen sombras raras). Los exteriores al atardecer tienen una luz especial, tonos dorados al caer la tarde y más azulados unos minutos antes de que se ponga el sol. Si la vas a hacer la sesión dentro de casa, acercá tu modelito a la ventana, Se pueden lograr efectos muy bellos jugando con las luces, las sombras, los reflejos y las cortinas. 2. Para fotografiar niños no pueden faltar la paciencia y el estar alerta. Paciencia y respetar los horarios del niño. Si está cansado, si tiene hambre o no está de humor será mejor posponer la sesión (otra ventaja que tienen los padres). Alerta para no perder esos momentos irrepetibles que no son posados y se dan sin previo aviso. 3. En relación con lo anterior, mejor no forzar poses ni emociones. No le pidas a tu niño que sonría, mejor hacé que se ría. Con los niños se puede planificar mucho, pero lo mejor es la autenticidad de esas emociones típicas de la niñez. 4. Documentá esos hábitos de cada día, los juegos con las mascotas, los paseos de verano y también ese rincón de tu casa que tenés que pintar o no está decorado como te gustaría. Hoy es una historia de todos los días o un lugar que no te gusta en particular, pero mañana esas fotos serán un recuerdo con un valor único, un tesoro familiar, tu magdalena. 5. Investigá tu teléfono para conocer sus funciones. Si tu teléfono ofrece varias opciones o tiene diversas lentes es mejor que uses la que tiene mayor calidad y menos efectos preestablecidos. La cámara frontal, generalmente, tiene menor resolución y en algunos casos tiene un ajuste automático para retratos que puede verse bien en redes sociales pero hacen que la foto pierda calidad de impresión. Si tu teléfono te lo permite, dos ajustes básicos que te conviene manejar son el balance de blancos y el ISO. (En otro artículo hablaremos en detalle sobre esto, además de la apertura y la velocidad). 6. No olvides limpiar el lente antes de tomar la foto y siempre que puedas, evitá usar el zoom del teléfono, mejor acercate. 7. Podés usar edición en tus fotografías. Encontrarás muchas apps gratuitas que se pueden usar en el teléfono, experimentá, jugá, imprimí. Solo te dejo 3 tips : no abuses de los retoques, cuidá el tono y color de las pieles, guardá siempre una copia de la foto original. Si el teléfono tiene un modo retrato será mejor que lo investigues y veas si te convence el resultado. (El modo retrato de mi teléfono suaviza texturas, las pieles quedan demasiado suaves y el pelo de los animales se ve raro, prefiero no usar esa función) 8. La vestimenta. Si estás buscando algo parecido a una sesión profesional es mejor que la ropa no tenga inscripciones, ni colores o estampados demasiado llamativos. Por otro lado, si tu idea es una fotografía de estilo documental, estarás retratando el día a día, no hace falta ser tan exigente con el vestuario. 9. Lo mismo vale para el escenario. Si buscás un resultado de estudio podés usar un fondo blanco, gris o negro. Para fotografía documental solo cuidá que en el fondo no se vean elementos que le quiten protagonismo al niño, como un juguete fluo o una botella gigante de gaseosa. 10. Con respecto a la seguridad, siempre debemos ser más cuidadosos cuando se trata de niños. Si vas a compartir las fotos en redes sociales es preferible no publicar la ubicación, direcciones y cuidar que no se distingan logos de escuelas, clubes o de otros lugares donde realicen actividades. Por último, como consejo bonus, no te olvides de seleccionar tus fotos e imprimir aquellas que querés atesorar. No dejes que se pierdan en tu teléfono o en tu computadora. La peor foto es aquella que no se ve, que no se comparte, que no revive recuerdos. Y no hablo de compartir en redes, hablo de compartir en familia, de mano en mano, entre mates y risas, a la antigüita.

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Los fotógrafos tenemos técnica y equipo. Los padres también tienen sus ventajas: conocen a sus hijos como nadie y tienen la posibilidad de estar presentes en los momentos más importantes de sus vidas. Estas son dos ventajas que también permiten tomar fotografías inolvidables.

Primer día de clases. Recuerdo el perfume a nuevo de mi mochila rosa y gris, el planchado impecable de mi guardapolvos con ruedo suficiente para varios años, los moños perfectos que hacía la nona, la cola de caballo tan tirante que dolía cuando me soltaba el pelo y, para completar el look, uno de esos anillos que me compraba en verano por menos de un peso (y así como los compraba los perdía).

Pero más que nada recuerdo mi emoción porque ya era una nena grande de primaria (además mi mamá me había dicho que parecía de 9).

Mi hermanita Sofía todavía no empezaba la escuela pero también protagoniza la foto con uno de esos vestidos increíbles que nos hacía la tía Stella, a tono con mi corbata escolar azul marino. Seguramente mis papás nos pidieron que nos tomemos las manitos, pero las sonrisas y la ilusión son auténticas. Un recuerdo inolvidable.

El condimento infaltable para una foto valiosa es la emoción que transmite. Hoy te dejo diez consejos básicos para fotografiar niños en casa y capturar esa emoción. Para que tus fotos sean especiales y emotivas hoy y cada vez que las vuelvas a ver.

1. La luz es clave en las fotografías y no se ve igual a simple vista que a través de la cámara. Para fotografiar niños la luz natural es mejor que usar el flash automático del teléfono (que encandilan o quitan profundidad al rostro) o las luces del techo (que hacen sombras raras). Los exteriores al atardecer tienen una luz especial, tonos dorados al caer la tarde y más azulados unos minutos antes de que se ponga el sol. Si la vas a hacer la sesión dentro de casa, acercá tu modelito a la ventana, Se pueden lograr efectos muy bellos jugando con las luces, las sombras, los reflejos y las cortinas.

2. Para fotografiar niños no pueden faltar la paciencia y el estar alerta. Paciencia y respetar los horarios del niño. Si está cansado, si tiene hambre o no está de humor será mejor posponer la sesión (otra ventaja que tienen los padres). Alerta para no perder esos momentos irrepetibles que no son posados y se dan sin previo aviso.

3. En relación con lo anterior, mejor no forzar poses ni emociones. No le pidas a tu niño que sonría, mejor hacé que se ría. Con los niños se puede planificar mucho, pero lo mejor es la autenticidad de esas emociones típicas de la niñez.

4. Documentá esos hábitos de cada día, los juegos con las mascotas, los paseos de verano y también ese rincón de tu casa que tenés que pintar o no está decorado como te gustaría. Hoy es una historia de todos los días o un lugar que no te gusta en particular, pero mañana esas fotos serán un recuerdo con un valor único, un tesoro familiar, tu magdalena.

5. Investigá tu teléfono para conocer sus funciones. Si tu teléfono ofrece varias opciones o tiene diversas lentes es mejor que uses la que tiene mayor calidad y menos efectos preestablecidos. La cámara frontal, generalmente, tiene menor resolución y en algunos casos tiene un ajuste automático para retratos que puede verse bien en redes sociales pero hacen que la foto pierda calidad de impresión.

Si tu teléfono te lo permite, dos ajustes básicos que te conviene manejar son el balance de blancos y el ISO. (En otro artículo hablaremos en detalle sobre esto, además de la apertura y la velocidad).

6. No olvides limpiar el lente antes de tomar la foto y siempre que puedas, evitá usar el zoom del teléfono, mejor acercate.

7. Podés usar edición en tus fotografías. Encontrarás muchas apps gratuitas que se pueden usar en el teléfono, experimentá, jugá, imprimí. Solo te dejo 3 tips : no abuses de los retoques, cuidá el tono y color de las pieles, guardá siempre una copia de la foto original. Si el teléfono tiene un modo retrato será mejor que lo investigues y veas si te convence el resultado. (El modo retrato de mi teléfono suaviza texturas, las pieles quedan demasiado suaves y el pelo de los animales se ve raro, prefiero no usar esa función)

8. La vestimenta. Si estás buscando algo parecido a una sesión profesional es mejor que la ropa no tenga inscripciones, ni colores o estampados demasiado llamativos. Por otro lado, si tu idea es una fotografía de estilo documental, estarás retratando el día a día, no hace falta ser tan exigente con el vestuario.

9. Lo mismo vale para el escenario. Si buscás un resultado de estudio podés usar un fondo blanco, gris o negro. Para fotografía documental solo cuidá que en el fondo no se vean elementos que le quiten protagonismo al niño, como un juguete fluo o una botella gigante de gaseosa.

10. Con respecto a la seguridad, siempre debemos ser más cuidadosos cuando se trata de niños. Si vas a compartir las fotos en redes sociales es preferible no publicar la ubicación, direcciones y cuidar que no se distingan logos de escuelas, clubes o de otros lugares donde realicen actividades.

Por último, como consejo bonus, no te olvides de seleccionar tus fotos e imprimir aquellas que querés atesorar. No dejes que se pierdan en tu teléfono o en tu computadora. La peor foto es aquella que no se ve, que no se comparte, que no revive recuerdos. Y no hablo de compartir en redes, hablo de compartir en familia, de mano en mano, entre mates y risas, a la antigüita.

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10 consejos para tus fotos de verano https://angelminifotografia.online/10-consejos-para-tus-fotos-de-verano/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=10-consejos-para-tus-fotos-de-verano https://angelminifotografia.online/10-consejos-para-tus-fotos-de-verano/#respond Fri, 15 Jan 2021 22:08:20 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=432 Hoy quiero darte 10 consejos para tus fotos de verano. Si bien no es mi estación preferida, tengo que reconocer que los recuerdos de verano tienen un sabor y un aroma especial, generalmente relacionados con momentos felices de nuestra infancia. Para mí, los veranos son licuados de banana y césped recién cortado. Para vos quizás sea el perfume del protector solar, sabor a helado de frutilla, la arena quemándote los pies, bicicletas y patines, girasoles y sandías o esa canción que suena en la radio cada 30 minutos… El verano es una estación que invade todos nuestros sentidos. Creo que las fotos de verano tienen una ventaja, no importa si son técnicamente perfectas, o si están movidas o mal iluminadas, se atesoran igual. Una foto de verano puede transportarnos inmediatamente a un lugar especial de nuestros recuerdos. 10 Tips para tus fotos de verano 1. Jugá con los colores. El verano es el momento más colorido del año: pileta, trajes de baño, juegos, césped, helados, frutas, atardeceres… todo tiene colores vibrantes, podés jugar con esos contrastes y hacer fotos increíbles. 2. La luz del mediodía es muy fuerte y genera sombras muy contrastadas. Si no es lo que estás buscando podés aprovechar otros momentos. La hora dorada (para lograr tonos cálidos) o la hora azul (para fotos más frías). Cuando está amaneciendo primero tenemos la hora azul y luego la dorada, al atardecer la situación inversa. Si tu única opción es tomar las fotos al mediodía entonces lo mejor es cuidar a tus modelos para que el sol no los lastime y no se generen sombras raras en el rostro. Podés tomar las fotos a la sombra, bajo un árbol, una sombrilla o que los modelos usen un sombrero de paja que suavice las sombras en el rostro. 3. La recomendación general es que el sol esté detrás del fotógrafo, pero en verano una foto a contraluz también es una buena opción. El resultado son esas fotos en las que solo distinguimos siluetas oscuras y el fondo está más iluminado. La opción perfecta para un atardecer en el campo o en la playa. La luz del sol a veces genera un efecto que se trata de evitar, los flares (esos destellos de luces que “manchan la foto”) pero en verano esto también puede sumar un lindo efecto a las fotos. 4. Si estás fotografiando niños ya habrás notado el desafío del movimiento. Abundan las fotos de infancia desenfocadas. Es posible que tu teléfono tenga una función especial para fotografía de niños, que intenta mejorar las fotos en movimiento. Si estás tomando las fotos en modo automático lo principal es tener mucha luz. Eso te digo por ahora, en otro artículo voy a dejar más tips para fotografías de niños. «Que todos los sentidos estén presentes en tus fotos de verano» 5. Que no falte agua en alguna de tus fotos, ya sea río, mar, pileta o guerra de salpicones en el patio de casa… Si abunda la luz será mas fácil “congelar” el movimiento, pero como dijimos antes, las fotos movidas también tienen su gracia. 6. Inmortalizá el rincón mágico de este verano, no tiene que ser un rincón de revista de decoración, no pasa por ese lado. Puede ser un lugar de tu casa, una palmera, un arbolito que ofrece sombra, o un barril de 200 litros haciendo de pileta en el patio de la casa de la tía Paulina… hoy es tu lugar preferido y mañana será un recuerdo especial. 7. Algunas ideas para buenas fotos de verano: un atardecer, un picnic, el nuevo logro de tu hijo (que aprendió a andar en bici o a tirarse de bomba en la pile), reencuentros familiares, un viaje o las actividades diarias de este verano… 8. No te olvides de retratar expresiones, fundamentalmente si se trata de niños. Un primer plano de una sonrisa enorme, o también un berriche fenomenal ¿por qué no? A veces las expresiones no están solo en el rostro, por ejemplo, una foto de un niño dando la mano a su abuelo tiene una carga emotiva única y nos puede contar toda una historia, aunque no veamos los rostros. 9. Por favor, imprimí alguna foto. Creeme, no es lo mismo verlas en el teléfono que atesorarlas en papel. 10. Y para terminar, hablemos de momentos. Imaginá una situación única, nueva, un instante irrepetible, por ejemplo, tu hija ve el mar por primera vez. En ese caso seguro preferís tener una foto mal iluminada o movida a no tener nada. No vale la pena arruinar el momento por esperar a la pose, la luz, la ola correcta. En ocasiones, será mejor perder la foto y perderte en el momento con tus seres queridos. Algunos instantes son tan mágicos que no necesitan una foto para ser recordados. «A veces los niños solo quieren vernos a los ojos, sin una pantalla de teléfono entre nuestras miradas» Este verano en particular tiene probabilidades de ser único para muchas familias: la posibilidad de salir después de un año de encierro, de reencontrarnos con nuestros seres queridos… O por en contrario, un verano para improvisar en casa, porque no podemos viajar (éste sería mi caso). Pero de cualquier manera es un verano especial para todos, y marca el inicio de un año en el que muchos estamos depositando esperanza. ¡Hagamos que valga la pena! Disfrutá de este verano, creá recuerdos, guardá tesoros.

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Hoy quiero darte 10 consejos para tus fotos de verano. Si bien no es mi estación preferida, tengo que reconocer que los recuerdos de verano tienen un sabor y un aroma especial, generalmente relacionados con momentos felices de nuestra infancia. Para mí, los veranos son licuados de banana y césped recién cortado. Para vos quizás sea el perfume del protector solar, sabor a helado de frutilla, la arena quemándote los pies, bicicletas y patines, girasoles y sandías o esa canción que suena en la radio cada 30 minutos…

El verano es una estación que invade todos nuestros sentidos. Creo que las fotos de verano tienen una ventaja, no importa si son técnicamente perfectas, o si están movidas o mal iluminadas, se atesoran igual. Una foto de verano puede transportarnos inmediatamente a un lugar especial de nuestros recuerdos.

10 Tips para tus fotos de verano

1. Jugá con los colores. El verano es el momento más colorido del año: pileta, trajes de baño, juegos, césped, helados, frutas, atardeceres… todo tiene colores vibrantes, podés jugar con esos contrastes y hacer fotos increíbles.

2. La luz del mediodía es muy fuerte y genera sombras muy contrastadas. Si no es lo que estás buscando podés aprovechar otros momentos. La hora dorada (para lograr tonos cálidos) o la hora azul (para fotos más frías). Cuando está amaneciendo primero tenemos la hora azul y luego la dorada, al atardecer la situación inversa. Si tu única opción es tomar las fotos al mediodía entonces lo mejor es cuidar a tus modelos para que el sol no los lastime y no se generen sombras raras en el rostro. Podés tomar las fotos a la sombra, bajo un árbol, una sombrilla o que los modelos usen un sombrero de paja que suavice las sombras en el rostro.

3. La recomendación general es que el sol esté detrás del fotógrafo, pero en verano una foto a contraluz también es una buena opción. El resultado son esas fotos en las que solo distinguimos siluetas oscuras y el fondo está más iluminado. La opción perfecta para un atardecer en el campo o en la playa. La luz del sol a veces genera un efecto que se trata de evitar, los flares (esos destellos de luces que “manchan la foto”) pero en verano esto también puede sumar un lindo efecto a las fotos.

4. Si estás fotografiando niños ya habrás notado el desafío del movimiento. Abundan las fotos de infancia desenfocadas. Es posible que tu teléfono tenga una función especial para fotografía de niños, que intenta mejorar las fotos en movimiento. Si estás tomando las fotos en modo automático lo principal es tener mucha luz. Eso te digo por ahora, en otro artículo voy a dejar más tips para fotografías de niños.

«Que todos los sentidos estén presentes en tus fotos de verano»

5. Que no falte agua en alguna de tus fotos, ya sea río, mar, pileta o guerra de salpicones en el patio de casa… Si abunda la luz será mas fácil “congelar” el movimiento, pero como dijimos antes, las fotos movidas también tienen su gracia.

6. Inmortalizá el rincón mágico de este verano, no tiene que ser un rincón de revista de decoración, no pasa por ese lado. Puede ser un lugar de tu casa, una palmera, un arbolito que ofrece sombra, o un barril de 200 litros haciendo de pileta en el patio de la casa de la tía Paulina… hoy es tu lugar preferido y mañana será un recuerdo especial.

7. Algunas ideas para buenas fotos de verano: un atardecer, un picnic, el nuevo logro de tu hijo (que aprendió a andar en bici o a tirarse de bomba en la pile), reencuentros familiares, un viaje o las actividades diarias de este verano…

8. No te olvides de retratar expresiones, fundamentalmente si se trata de niños. Un primer plano de una sonrisa enorme, o también un berriche fenomenal ¿por qué no? A veces las expresiones no están solo en el rostro, por ejemplo, una foto de un niño dando la mano a su abuelo tiene una carga emotiva única y nos puede contar toda una historia, aunque no veamos los rostros.

9. Por favor, imprimí alguna foto. Creeme, no es lo mismo verlas en el teléfono que atesorarlas en papel.

10. Y para terminar, hablemos de momentos. Imaginá una situación única, nueva, un instante irrepetible, por ejemplo, tu hija ve el mar por primera vez. En ese caso seguro preferís tener una foto mal iluminada o movida a no tener nada. No vale la pena arruinar el momento por esperar a la pose, la luz, la ola correcta. En ocasiones, será mejor perder la foto y perderte en el momento con tus seres queridos. Algunos instantes son tan mágicos que no necesitan una foto para ser recordados.

«A veces los niños solo quieren vernos a los ojos, sin una pantalla de teléfono entre nuestras miradas»

Este verano en particular tiene probabilidades de ser único para muchas familias: la posibilidad de salir después de un año de encierro, de reencontrarnos con nuestros seres queridos… O por en contrario, un verano para improvisar en casa, porque no podemos viajar (éste sería mi caso). Pero de cualquier manera es un verano especial para todos, y marca el inicio de un año en el que muchos estamos depositando esperanza. ¡Hagamos que valga la pena!

Disfrutá de este verano, creá recuerdos, guardá tesoros.

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Balance de fin de año https://angelminifotografia.online/balance-de-fin-de-ano-como-editar-el-2020/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=balance-de-fin-de-ano-como-editar-el-2020 https://angelminifotografia.online/balance-de-fin-de-ano-como-editar-el-2020/#respond Sun, 20 Dec 2020 22:05:58 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=420 Diciembre, momento de balance de fin de año. Reconozco que me quejé demasiado durante todo el 2020. También me sentí un poco identificada con la frase “terminate ya 2020” la primera vez que la escuché. Pero esta semana me encontré con otra frase que me gustó mucho. El protagonista de una serie viejita que estoy viendo cuenta que cada año elige un hecho improbable, algo que quiere que ocurra. Si finalmente ocurre, él decide olvidar todo lo malo del año, perdonar todas las ofensas, seguir adelante. Ese hecho o ese deseo cumplido borra todo lo demás. Me pareció una buena idea. Así que decidí no hacer balance de fin de año, no poner en la balanza los sueños o proyectos que no cumplí. Posiblemente no sería un balance positivo, pero tampoco sería justo, porque también se cumplieron cosas inesperadas e increíbles. Me quedo solo con los hechos improbables, inesperados y positivos que me sorprendieron, las amistades a distancia que cultivé, los vecinos que me ofrecieron su codo, las batallas enormes que ganaron mis seres queridos, los momentos compartidos a la distancia con mis alumnos, y también con sus familias, los bebés que llegaron al mundo y los que vienen en camino, las cosas nuevas que aprendí y lo que pude enseñar. Y me quedo con los abrazos, que fueron muy poquitos ¡Pero qué bien se sintieron! La foto que acompaña el post la robé hace un año, en el aeropuerto, cuando nuestro amigo Pablo llegó de visita. Este año no hay visita, no hay abrazos, Pablo no pudo viajar para estar con nosotros ni nosotros para estar con él. Pero me quedo con esos recuerdos y la promesa de vernos pronto. Y una de las grandes enseñanzas que me deja este año, voy a empezar a darle más valor a los abrazos… Aunque suene como una publicidad de gaseosa que no me gusta, me voy a quedar solo con lo bueno. No hay balance de fin de año 2020, porque no sería justo. Este año no es bueno ni malo, este año es una foto, y como hago con mis fotos, lo voy a editar, porque es lo que sé hacer. Algunas fotos llevan más edición, otras menos, otras me gustan sin retoques. Este año quizás se lleve más photoshop que otros, pero el enfoque, va a quedar en lo bueno, en la luz. Juanma, mi pareja, me dice que veo duendes y arcoiris en todos lados, y es cierto. Soy así, me gusta editar la vida, me gusta ver lo bueno, rescatar la luz. Es parte de mi trabajo, y parte de mi forma de ser. Mi tía Paulina decía, que hay un año bueno y uno malo para las cosechas y para la vida en general. Si es así, el 2021 será un año insuperable para todos, así que también lo espero con optimismo. El peor año de mi vida fue el 2011. Empecé el año viajando, sin esperar que fuera el más triste de mi vida. Esa tristeza no se olvida, pero no empaña todos los momentos felices compartidos. Además, ese año también tuvo sus rayos de luz. Y ese año justamente, en uno de mis viajes encontré un cartel que tenía una frase hermosa y muy optimista. “Nadie hable mal del día hasta que la noche llegue, yo he visto mañanas tristes tener las tardes alegres” Aun quedan unos días para que termine este año, todavía puede mejorar. Unas horas, a veces unos minutos o unos segundos bastan para que ocurra un milagro, para que llegue lo que esperamos, para que ocurra nuestro improbable y borre todos los pesares. Si este año aun no ocurrió tu hecho improbable, tu milagro personal, te deseo que encuentres un rayo de luz, una tarde alegre, una hora dorada, o una hora azul, que cubra todos los momentos oscuros. Y si no, de verdad creo que el 2021 será mejor, y esta vez, para todo el mundo.

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Diciembre, momento de balance de fin de año. Reconozco que me quejé demasiado durante todo el 2020. También me sentí un poco identificada con la frase “terminate ya 2020” la primera vez que la escuché. Pero esta semana me encontré con otra frase que me gustó mucho.

El protagonista de una serie viejita que estoy viendo cuenta que cada año elige un hecho improbable, algo que quiere que ocurra. Si finalmente ocurre, él decide olvidar todo lo malo del año, perdonar todas las ofensas, seguir adelante. Ese hecho o ese deseo cumplido borra todo lo demás.

Me pareció una buena idea. Así que decidí no hacer balance de fin de año, no poner en la balanza los sueños o proyectos que no cumplí. Posiblemente no sería un balance positivo, pero tampoco sería justo, porque también se cumplieron cosas inesperadas e increíbles.

Me quedo solo con los hechos improbables, inesperados y positivos que me sorprendieron, las amistades a distancia que cultivé, los vecinos que me ofrecieron su codo, las batallas enormes que ganaron mis seres queridos, los momentos compartidos a la distancia con mis alumnos, y también con sus familias, los bebés que llegaron al mundo y los que vienen en camino, las cosas nuevas que aprendí y lo que pude enseñar. Y me quedo con los abrazos, que fueron muy poquitos ¡Pero qué bien se sintieron!

La foto que acompaña el post la robé hace un año, en el aeropuerto, cuando nuestro amigo Pablo llegó de visita. Este año no hay visita, no hay abrazos, Pablo no pudo viajar para estar con nosotros ni nosotros para estar con él. Pero me quedo con esos recuerdos y la promesa de vernos pronto. Y una de las grandes enseñanzas que me deja este año, voy a empezar a darle más valor a los abrazos…

Aunque suene como una publicidad de gaseosa que no me gusta, me voy a quedar solo con lo bueno. No hay balance de fin de año 2020, porque no sería justo. Este año no es bueno ni malo, este año es una foto, y como hago con mis fotos, lo voy a editar, porque es lo que sé hacer. Algunas fotos llevan más edición, otras menos, otras me gustan sin retoques.

Este año quizás se lleve más photoshop que otros, pero el enfoque, va a quedar en lo bueno, en la luz. Juanma, mi pareja, me dice que veo duendes y arcoiris en todos lados, y es cierto. Soy así, me gusta editar la vida, me gusta ver lo bueno, rescatar la luz. Es parte de mi trabajo, y parte de mi forma de ser.

Mi tía Paulina decía, que hay un año bueno y uno malo para las cosechas y para la vida en general. Si es así, el 2021 será un año insuperable para todos, así que también lo espero con optimismo.

El peor año de mi vida fue el 2011. Empecé el año viajando, sin esperar que fuera el más triste de mi vida. Esa tristeza no se olvida, pero no empaña todos los momentos felices compartidos. Además, ese año también tuvo sus rayos de luz. Y ese año justamente, en uno de mis viajes encontré un cartel que tenía una frase hermosa y muy optimista.

“Nadie hable mal del día hasta que la noche llegue, yo he visto mañanas tristes tener las tardes alegres”

Aun quedan unos días para que termine este año, todavía puede mejorar. Unas horas, a veces unos minutos o unos segundos bastan para que ocurra un milagro, para que llegue lo que esperamos, para que ocurra nuestro improbable y borre todos los pesares.

Si este año aun no ocurrió tu hecho improbable, tu milagro personal, te deseo que encuentres un rayo de luz, una tarde alegre, una hora dorada, o una hora azul, que cubra todos los momentos oscuros. Y si no, de verdad creo que el 2021 será mejor, y esta vez, para todo el mundo.

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El jardín de mi Nona Isabel https://angelminifotografia.online/el-jardin-de-mi-nona-isabel/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=el-jardin-de-mi-nona-isabel https://angelminifotografia.online/el-jardin-de-mi-nona-isabel/#respond Sat, 29 Aug 2020 18:10:38 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=412 Mi nona Isabel tenía un jardín increíble. No era secreto, pero sí era mágico. Una vez llevé a una amiga de la escuela a jugar a la casa de mi Nona. Al otro día, le dijo a mis compañeritos “la abuela de Andrea tiene un jardín que es un laberinto”. Yo me sentí muy orgullosa del laberinto de mi Nona. A mí ya me parecía que era un laberinto, pero me dio tranquilidad que alguien menos fantasiosa que yo corroborase los hechos. Creo que pasé muy poco tiempo dentro de la casa de la Nona. Toda mi infancia y parte de mi adolescencia transcurrieron en su jardín. A veces, cuando me voy a dormir, cierro los ojos y lo recorro. Cada vez que lo hago aparecen más plantas y flores. Las florcitas del paraíso, helechos, claveles, verbenas, espuelas de caballero, viuditas, zinnias, rosas, azahares, capuchinas… En ocasiones, como anoche, tengo suerte y sueño con el jardín y la casa de mi Nona. Una vez tuve mucha suerte y hasta la pude abrazar. Los días fríos trato de recordar si en invierno estábamos refugiadas dentro de la casa, pero sólo me veo un rato jugando con el fuego del hogar mientras me presagiaban “te vas a hacer pis en la cama”. El resto de la tarde la acompañaba a buscar palitos y más leña para encender el fuego, juntábamos hojas crujientes y las quemábamos o cosechábamos mandarinas. Claro, los niños no tienen frío y las nonas tampoco. Cada momento del año tenía su brillo especial en el jardín de la Nona. En primavera con mi hermana nos hacíamos tiaras y ramos con las coronitas de novia. Pero mis favoritas eran las glicinas. Un techo de glicinas que florecían sólo un ratito en el año. A veces las de doña Amalia se adelantaban y eso me daba más ansiedad y emoción. También me fascinaba la parra con uvas que ya estaban tomando color cuando todos los Gelmini nos reuníamos en casa de la Nona para recibir el nuevo año. Y después de eso disfrutábamos las esperadas vacaciones de verano y los primos se turnaban para quedarse unos días con la Nona. Yo iba a la casa de mi Nona casi todas las tardes y me instalaba con mis primos o con mis amiguitos de la cuadra, pobre Nona, ¡Qué paciencia! La base de operaciones era el gallinero o algún paraíso con dos cartones que no llegaba al estatus de casita del árbol. Ella siempre me recibía contenta y me decía “gracias por la compañía” cuando me iba. Aunque yo pensaba que la ayudaba ahora estoy segura de que entorpecía bastante sus quehaceres. Yo juntaba semillitas, hacía una huerta, bañaba al perro, intentaba “podar” un árbol con un serrucho y guantes de raso o perseguía una culebra con una pala. Ella, cuando no arreglaba mis líos, siempre estaba trabajando en el jardín o rezando. La nona Isabel era muy delgadita y sus manos flaquitas siempre estaban lastimadas por el jardín, me dolía cuando las veía, pero parecía que a ella no. Y si le dolía algo lo ofrecía silenciosa a las almas de purgatorio. La Nona, a veces se hacía un ratito y nos preparaba unos manjares increíbles, como los fideos caseros, los pastelitos o la gelatina rellena con pedacitos de fruta en verano. También me dejaba acompañarla a Misa (si me portaba bien), rezábamos el Rosario sentadas en el sofá o me pedía que le tocara con la guitarra «Alma misionera». Otro de mis pasatiempos preferidos era acompañar a mi Nona al cementerio del pueblo. Aunque a mucha gente le pueda parecer raro, también era una aventura. Yo me ponía celosa si me enteraba que había ido con otro nieto y no me había avisado. Para llegar recorríamos la avenida de tierra techada por plátanos. Ella recogía las flores mas lindas de su jardín y se las dejaba a sus seres queridos y conocidos mientras rezaba por ellos. Nosotros le pedíamos que nos cuente las historias de la gente que visitábamos, aunque ya las conociéramos, era fascinante. Mi papá a veces trataba a la Nona de usted, y cuando ella se ponía “porfiada” hasta le decía “¡pero señora!”. Eso me parecía muy gracioso, pero no lo decía, porque estaba metida en todas las conversaciones de adultos sólo en calidad de oyente. Un domingo yo volvía a mi casa después de Misa y mi papá que estaba, como siempre, en el jardín me dijo que tenía una sorpresa. Crucé el portoncito y mi Nona estaba escondida detrás del cerco. ¡Sí que fue una sorpresa! No era sorpresivo que estuviera ahí porque mi Nona vivía a la vuelta de mi casa, lo raro fue que se pusieran de acuerdo y que ella se escondiera, porque ellos eran un poco serios. Será por eso que no me voy a olvidar jamás de esa sorpresa tan inocente y tierna. El gran orgullo de mi Nona era decirle a la gente que ya tenía 22 nietos y ni hablar cuando empezó a contar bisnietos. Mi hermana y yo estuvimos entre los últimos nietos en llegar. Aunque cuando era chica yo quería ser grande como mis primos y copiar todo lo que ellos hacían, estar entre los más pequeños tenía una ventaja, me cuidaban y se disfrazaban en los cumples e inventaban juegos para entretenerme. Hoy la diferencia de edad no se nota pero mis primos mayores nunca dejaron de ser dulces y protectores conmigo y mi hermana. De mi Nono tengo un solo recuerdo pero es el primer recuerdo de mi vida. Hubiese querido tener más tiempo con mi Nono pero haber compartido un par de años en la vida ya es una gran bendición. Además de ese primer recuerdo, atesoro cada enseñanza suya que mis padres me transmitieron y en especial las tiernas anécdotas que mi Nona me contó sobre él. La Nona y el Nono les dejaron a sus hijos unos valores increíbles, mucha Fe y también ese amor por el trabajo y por jardín. Me atrevería a decir, que el amor por las plantas y los buenos valores también llegaron hasta sus bisnietos. Nadie es igual a mi Nona Isabel Clementina, porque, para mí ella tenía ese aura de misterio, seriedad y santidad que nadie más tiene o que parecía de otra época. Pero mis tíos y tías, sí tienen esas manos inquietas, listas para hacer, para crear. No existe un después lo hago, no hay un “no lo sé hacer”. Mis tías y mis tíos, todos tienen ese don, parece que supieran hacerlo todo, que pudieran solucionar todo y curar todo. Cuando estoy con ellos sé que estoy un poquito con mi Nona y mi Nono y se siente bien en el corazón. Porque en definitiva la historia es así, la Nona Isabel y el Nono José se encontraron y dejaron en este mundo un árbol mucho más grande que su jardín. Familia, no saben cuánto los quiero, y lo agradecida que estoy de que seamos parte del mismo árbol.

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Mi nona Isabel tenía un jardín increíble. No era secreto, pero sí era mágico.

Una vez llevé a una amiga de la escuela a jugar a la casa de mi Nona. Al otro día, le dijo a mis compañeritos “la abuela de Andrea tiene un jardín que es un laberinto”. Yo me sentí muy orgullosa del laberinto de mi Nona. A mí ya me parecía que era un laberinto, pero me dio tranquilidad que alguien menos fantasiosa que yo corroborase los hechos.

Creo que pasé muy poco tiempo dentro de la casa de la Nona. Toda mi infancia y parte de mi adolescencia transcurrieron en su jardín. A veces, cuando me voy a dormir, cierro los ojos y lo recorro. Cada vez que lo hago aparecen más plantas y flores. Las florcitas del paraíso, helechos, claveles, verbenas, espuelas de caballero, viuditas, zinnias, rosas, azahares, capuchinas… En ocasiones, como anoche, tengo suerte y sueño con el jardín y la casa de mi Nona. Una vez tuve mucha suerte y hasta la pude abrazar.

Los días fríos trato de recordar si en invierno estábamos refugiadas dentro de la casa, pero sólo me veo un rato jugando con el fuego del hogar mientras me presagiaban “te vas a hacer pis en la cama”. El resto de la tarde la acompañaba a buscar palitos y más leña para encender el fuego, juntábamos hojas crujientes y las quemábamos o cosechábamos mandarinas. Claro, los niños no tienen frío y las nonas tampoco.

Cada momento del año tenía su brillo especial en el jardín de la Nona. En primavera con mi hermana nos hacíamos tiaras y ramos con las coronitas de novia. Pero mis favoritas eran las glicinas. Un techo de glicinas que florecían sólo un ratito en el año. A veces las de doña Amalia se adelantaban y eso me daba más ansiedad y emoción. También me fascinaba la parra con uvas que ya estaban tomando color cuando todos los Gelmini nos reuníamos en casa de la Nona para recibir el nuevo año. Y después de eso disfrutábamos las esperadas vacaciones de verano y los primos se turnaban para quedarse unos días con la Nona.

Yo iba a la casa de mi Nona casi todas las tardes y me instalaba con mis primos o con mis amiguitos de la cuadra, pobre Nona, ¡Qué paciencia! La base de operaciones era el gallinero o algún paraíso con dos cartones que no llegaba al estatus de casita del árbol. Ella siempre me recibía contenta y me decía “gracias por la compañía” cuando me iba.

Aunque yo pensaba que la ayudaba ahora estoy segura de que entorpecía bastante sus quehaceres. Yo juntaba semillitas, hacía una huerta, bañaba al perro, intentaba “podar” un árbol con un serrucho y guantes de raso o perseguía una culebra con una pala. Ella, cuando no arreglaba mis líos, siempre estaba trabajando en el jardín o rezando.

La nona Isabel era muy delgadita y sus manos flaquitas siempre estaban lastimadas por el jardín, me dolía cuando las veía, pero parecía que a ella no. Y si le dolía algo lo ofrecía silenciosa a las almas de purgatorio. La Nona, a veces se hacía un ratito y nos preparaba unos manjares increíbles, como los fideos caseros, los pastelitos o la gelatina rellena con pedacitos de fruta en verano. También me dejaba acompañarla a Misa (si me portaba bien), rezábamos el Rosario sentadas en el sofá o me pedía que le tocara con la guitarra «Alma misionera».

Otro de mis pasatiempos preferidos era acompañar a mi Nona al cementerio del pueblo. Aunque a mucha gente le pueda parecer raro, también era una aventura. Yo me ponía celosa si me enteraba que había ido con otro nieto y no me había avisado. Para llegar recorríamos la avenida de tierra techada por plátanos. Ella recogía las flores mas lindas de su jardín y se las dejaba a sus seres queridos y conocidos mientras rezaba por ellos. Nosotros le pedíamos que nos cuente las historias de la gente que visitábamos, aunque ya las conociéramos, era fascinante.

Mi papá a veces trataba a la Nona de usted, y cuando ella se ponía “porfiada” hasta le decía “¡pero señora!”. Eso me parecía muy gracioso, pero no lo decía, porque estaba metida en todas las conversaciones de adultos sólo en calidad de oyente. Un domingo yo volvía a mi casa después de Misa y mi papá que estaba, como siempre, en el jardín me dijo que tenía una sorpresa. Crucé el portoncito y mi Nona estaba escondida detrás del cerco. ¡Sí que fue una sorpresa! No era sorpresivo que estuviera ahí porque mi Nona vivía a la vuelta de mi casa, lo raro fue que se pusieran de acuerdo y que ella se escondiera, porque ellos eran un poco serios. Será por eso que no me voy a olvidar jamás de esa sorpresa tan inocente y tierna.

El gran orgullo de mi Nona era decirle a la gente que ya tenía 22 nietos y ni hablar cuando empezó a contar bisnietos. Mi hermana y yo estuvimos entre los últimos nietos en llegar. Aunque cuando era chica yo quería ser grande como mis primos y copiar todo lo que ellos hacían, estar entre los más pequeños tenía una ventaja, me cuidaban y se disfrazaban en los cumples e inventaban juegos para entretenerme. Hoy la diferencia de edad no se nota pero mis primos mayores nunca dejaron de ser dulces y protectores conmigo y mi hermana.

De mi Nono tengo un solo recuerdo pero es el primer recuerdo de mi vida. Hubiese querido tener más tiempo con mi Nono pero haber compartido un par de años en la vida ya es una gran bendición. Además de ese primer recuerdo, atesoro cada enseñanza suya que mis padres me transmitieron y en especial las tiernas anécdotas que mi Nona me contó sobre él.

La Nona y el Nono les dejaron a sus hijos unos valores increíbles, mucha Fe y también ese amor por el trabajo y por jardín. Me atrevería a decir, que el amor por las plantas y los buenos valores también llegaron hasta sus bisnietos.

Nadie es igual a mi Nona Isabel Clementina, porque, para mí ella tenía ese aura de misterio, seriedad y santidad que nadie más tiene o que parecía de otra época. Pero mis tíos y tías, sí tienen esas manos inquietas, listas para hacer, para crear. No existe un después lo hago, no hay un “no lo sé hacer”. Mis tías y mis tíos, todos tienen ese don, parece que supieran hacerlo todo, que pudieran solucionar todo y curar todo. Cuando estoy con ellos sé que estoy un poquito con mi Nona y mi Nono y se siente bien en el corazón. Porque en definitiva la historia es así, la Nona Isabel y el Nono José se encontraron y dejaron en este mundo un árbol mucho más grande que su jardín.

Familia, no saben cuánto los quiero, y lo agradecida que estoy de que seamos parte del mismo árbol.

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El mejor regalo para el día del niño https://angelminifotografia.online/el-mejor-regalo-para-el-dia-del-nino-una-infancia-feliz/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=el-mejor-regalo-para-el-dia-del-nino-una-infancia-feliz https://angelminifotografia.online/el-mejor-regalo-para-el-dia-del-nino-una-infancia-feliz/#respond Sat, 15 Aug 2020 14:57:54 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=396 Este domingo es el día del niño, día de regalos, día de juguetes. Me pregunto ¿Un regalo hace una infancia feliz? Cuando era una niña mi mayor temor era recibir ropa. Eso era un regalo para mi mamá que contenta gritaba: «¡Lo bien que le viene!» o «¡Justo lo que le hacía falta!» alzando con orgullo un pantalón azul que me serviría hasta terminar la primaria y, si no pegaba un estirón, hasta mitad de la secundaria. Pero, bueno, por suerte, eso ocurría pocas veces. No recuerdo muchos regalos con exactitud, ni cuando los recibí o de parte de quién, aunque sin duda uno de los mejores es mi guitarra, además del dominó de animalitos que mi hermana compró en la panza de mi mamá y me regaló cuando nació. Sí, para una niña de 3 años en los 80 eso tenía mucho sentido. Esta semana comencé una huerta en casa, y cuando puse las manos en la tierra viajé a mi niñez, a la huerta que hicimos en la escuela, la que tenía mi abuelo, la que hice en casa de mi nona, la de mi papá… Me di cuenta de que tuve una infancia muy feliz, con muchos momentos hermosos y mucho esfuerzo por parte de mis padres para que así fuera. Llamé a mi mamá y le agradecí, porque nunca lo había hecho y recordamos muchas cosas que nos alegraron la tarde y nos acercamos a pesar de la distancia y de la cuarentena. Yo me quedé pensando en que darle a un niño una infancia feliz es también darle al adulto que será cuando crezca un refugio, un lugar seguro, un tesoro para compartir con sus hijos y un recuerdo cálido en el que arroparse cuando tiene un mal día. ¿Pero por qué nuestra infancia fue tan feliz? Nunca nos sobró el dinero, más bien, al contrario. Mis padres, además, nos decían que no a muchas cosas, el famoso «no, porque lo digo yo». Con el tiempo aprendí a valorarlo, porque la vida es así, hay que saber esperar y esforzarse para alcanzar las cosas que queremos. Aprecio mucho que nos hayan entrenado para eso, para trabajar y esperar con paciencia que llegue lo bueno. Claramente no fueron regalos materiales los que nos dieron una infancia feliz. Mi mamá, nos acompañó, todos los días, se sentaba con nosotras a hacer la tarea aunque no le resultaba fácil y nunca le gustó la escuela. Estaba, acompañaba, se interesaba, nos sacaba a caminar, nos llevaba a pasear en bici, y lo más importante, siempre, siempre, siempre, nos escuchaba, hasta cuando no queríamos hablar. Ella, con su radar de sentimientos se daba cuenta de todo y siempre nos abría su corazón para que nosotras abriéramos el nuestro. Mi papá, con su cara de seriedad fingida (porque se hacía el malo y era un Ángel) los fines de semana se metía en su cuartito y construía «trampas para cazar curiosas». Así me decía cada vez que le preguntaba qué estaba haciendo. Construía esas trampas con materiales que encontraba por ahí o le daban los vecinos diciendo «Luisito, seguro usted lo aprovecha y hace algo». Aunque no era artista, ni artesano y no se hablaba mucho de reciclaje todavía Luisito sacaba algo lindo. Y a pesar de que mi nariz estaba metida en el medio, nunca adivinaba lo que era hasta que mi papá lo armaba y resultaba siempre en una sorpresa maravillosa: caleidoscopios increíbles, barriletes de mil colores, hamacas, canteros llenos de flores, silloncitos reciclados para tomar licuados de banana en el verano… La guitarra me hace todavía muy feliz y fue un regalo fantástico, creo que cualquier instrumento o libro es siempre una buena opción para un niño. Pero el regalo insuperable que recibimos mi hermana Sofi y yo fue tener dos padres que nos escuchen y nos den su tiempo, todo el tiempo que les era posible darnos. Eso trato de darle a mis alumnitos y espero también estar de esa forma para mi ahijada y para mis sobrinos y mis hijos, si los tengo en el futuro. Porque eso me enseñaron, pero también porque me gusta escucharlos, los niños siempre tienen tantas cosas importantísimas para contar… el mundo visto con sus ojos es un mundo fascinante que a veces olvidamos cuando crecemos, y yo no lo quiero olvidar. Como escribió Saint-Ex, lo esencial es invisible a los ojos. No importa las veces que se repita en tazas y en postales, esta frase nunca dejará de ser cierta. Y me atrevo a agregar algo Los regalos que construyen una infancia feliz son los que pueden verse sólo con los ojos del corazón. An Gelmini Y vos ¿Qué regalo le agradecés a tus viejos? Dejame tu comentario

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Este domingo es el día del niño, día de regalos, día de juguetes. Me pregunto ¿Un regalo hace una infancia feliz?

Cuando era una niña mi mayor temor era recibir ropa. Eso era un regalo para mi mamá que contenta gritaba: «¡Lo bien que le viene!» o «¡Justo lo que le hacía falta!» alzando con orgullo un pantalón azul que me serviría hasta terminar la primaria y, si no pegaba un estirón, hasta mitad de la secundaria. Pero, bueno, por suerte, eso ocurría pocas veces.

No recuerdo muchos regalos con exactitud, ni cuando los recibí o de parte de quién, aunque sin duda uno de los mejores es mi guitarra, además del dominó de animalitos que mi hermana compró en la panza de mi mamá y me regaló cuando nació. Sí, para una niña de 3 años en los 80 eso tenía mucho sentido.

Esta semana comencé una huerta en casa, y cuando puse las manos en la tierra viajé a mi niñez, a la huerta que hicimos en la escuela, la que tenía mi abuelo, la que hice en casa de mi nona, la de mi papá… Me di cuenta de que tuve una infancia muy feliz, con muchos momentos hermosos y mucho esfuerzo por parte de mis padres para que así fuera.

Llamé a mi mamá y le agradecí, porque nunca lo había hecho y recordamos muchas cosas que nos alegraron la tarde y nos acercamos a pesar de la distancia y de la cuarentena.

Yo me quedé pensando en que darle a un niño una infancia feliz es también darle al adulto que será cuando crezca un refugio, un lugar seguro, un tesoro para compartir con sus hijos y un recuerdo cálido en el que arroparse cuando tiene un mal día.

¿Pero por qué nuestra infancia fue tan feliz?

Nunca nos sobró el dinero, más bien, al contrario. Mis padres, además, nos decían que no a muchas cosas, el famoso «no, porque lo digo yo». Con el tiempo aprendí a valorarlo, porque la vida es así, hay que saber esperar y esforzarse para alcanzar las cosas que queremos. Aprecio mucho que nos hayan entrenado para eso, para trabajar y esperar con paciencia que llegue lo bueno. Claramente no fueron regalos materiales los que nos dieron una infancia feliz.

Mi mamá, nos acompañó, todos los días, se sentaba con nosotras a hacer la tarea aunque no le resultaba fácil y nunca le gustó la escuela. Estaba, acompañaba, se interesaba, nos sacaba a caminar, nos llevaba a pasear en bici, y lo más importante, siempre, siempre, siempre, nos escuchaba, hasta cuando no queríamos hablar. Ella, con su radar de sentimientos se daba cuenta de todo y siempre nos abría su corazón para que nosotras abriéramos el nuestro.

Mi papá, con su cara de seriedad fingida (porque se hacía el malo y era un Ángel) los fines de semana se metía en su cuartito y construía «trampas para cazar curiosas». Así me decía cada vez que le preguntaba qué estaba haciendo. Construía esas trampas con materiales que encontraba por ahí o le daban los vecinos diciendo «Luisito, seguro usted lo aprovecha y hace algo». Aunque no era artista, ni artesano y no se hablaba mucho de reciclaje todavía Luisito sacaba algo lindo. Y a pesar de que mi nariz estaba metida en el medio, nunca adivinaba lo que era hasta que mi papá lo armaba y resultaba siempre en una sorpresa maravillosa: caleidoscopios increíbles, barriletes de mil colores, hamacas, canteros llenos de flores, silloncitos reciclados para tomar licuados de banana en el verano…

La guitarra me hace todavía muy feliz y fue un regalo fantástico, creo que cualquier instrumento o libro es siempre una buena opción para un niño. Pero el regalo insuperable que recibimos mi hermana Sofi y yo fue tener dos padres que nos escuchen y nos den su tiempo, todo el tiempo que les era posible darnos.

Eso trato de darle a mis alumnitos y espero también estar de esa forma para mi ahijada y para mis sobrinos y mis hijos, si los tengo en el futuro. Porque eso me enseñaron, pero también porque me gusta escucharlos, los niños siempre tienen tantas cosas importantísimas para contar… el mundo visto con sus ojos es un mundo fascinante que a veces olvidamos cuando crecemos, y yo no lo quiero olvidar.

Como escribió Saint-Ex, lo esencial es invisible a los ojos. No importa las veces que se repita en tazas y en postales, esta frase nunca dejará de ser cierta. Y me atrevo a agregar algo

Los regalos que construyen una infancia feliz son los que pueden verse sólo con los ojos del corazón.

An Gelmini

Y vos ¿Qué regalo le agradecés a tus viejos? Dejame tu comentario

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Semana mundial de la lactancia materna https://angelminifotografia.online/semana-mundial-de-la-lactancia-materna/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=semana-mundial-de-la-lactancia-materna https://angelminifotografia.online/semana-mundial-de-la-lactancia-materna/#respond Tue, 04 Aug 2020 22:49:20 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=384 Antes de comenzar a trabajar como fotógrafa de bebés asistí a un taller sobre seguridad en fotografía newborn para capacitarme sobre los cuidados que deben ser tomados en las sesiones. En ese espacio aprendí muchas cosas pero también me quedé con ganas de saber más. Luego, conversando con las mamás que vienen al estudio y consultando con la puericultora Lis Chá entendí que el cuidado y el respeto por bebé van mas allá de la seguridad de las poses. Para hacer una sesión segura también es necesario entender SU mundo y de qué forma ese mundo está tan conectado al de su mamá. Entonces decidí comenzar a estudiar puericultura, para entender mejor ese vínculo tan maravilloso y respetarlo de la mejor manera posible en mis sesiones. Una semana de la lactancia materna diferente Como cada año, agosto comienza con la Semana mundial de la lactancia materna, pero esta semana es diferente y muy especial para todos. Nos encontramos en medio de una pandemia, que suma miedos y preocupaciones a las futuras mamás y a las mamás que están amamantando. En este contexto, la Sociedad Argentina de Pediatría emitió un comunicado que lamentablemente no reconoce la hermosa y tan necesaria tarea de las puericulturas en el acompañamiento de las mamás que lo necesitan. Este comunicado, obviamente, no representa a los numerosos profesionales de la salud que SI reconocen la importancia del trabajo interdisciplinario. Yo estoy cada vez más feliz y orgullosa de saber que en el futuro formaré parte de este grupo de profesionales. Estoy muy ansiosa porque en pocos días empezaré mi nueva carrera y aunque la idea original es perfeccionarme como fotógrafa de bebés no se a dónde me conducirá este nuevo camino y eso me pone aun más feliz. Cada bebé es diferente y cada lactancia también lo es, lo saben las mamás que tienen más de un hijo. Cuando las cosas no son sencillas tener una mujer al lado que te acompañe y te brinde tranquilidad es una bendición enorme. Las puericultoras no reemplazan a los médicos ni a las enfermeras, vienen a colaborar en un trabajo hermoso y lleno de afecto, cada vez más necesario en nuestros días. «Apoyemos la lactancia materna por un planeta saludable» Esta semana la ACADP ofrece varios encuentros muy valiosos, podés encontrar el link a las charlas en su Instagram. Si estás viviendo una lactancia difícil no dudes en consultar con una puericultora y recomendala si sabés que alguien necesita ayuda. Las mamás dan alimento, amor y apoyo incondicional, en cantidad y de calidad, merecen también recibir su cuota de amor y de apoyo. An Gelmini

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Antes de comenzar a trabajar como fotógrafa de bebés asistí a un taller sobre seguridad en fotografía newborn para capacitarme sobre los cuidados que deben ser tomados en las sesiones. En ese espacio aprendí muchas cosas pero también me quedé con ganas de saber más.

Luego, conversando con las mamás que vienen al estudio y consultando con la puericultora Lis Chá entendí que el cuidado y el respeto por bebé van mas allá de la seguridad de las poses. Para hacer una sesión segura también es necesario entender SU mundo y de qué forma ese mundo está tan conectado al de su mamá.

Entonces decidí comenzar a estudiar puericultura, para entender mejor ese vínculo tan maravilloso y respetarlo de la mejor manera posible en mis sesiones.

Una semana de la lactancia materna diferente

Como cada año, agosto comienza con la Semana mundial de la lactancia materna, pero esta semana es diferente y muy especial para todos. Nos encontramos en medio de una pandemia, que suma miedos y preocupaciones a las futuras mamás y a las mamás que están amamantando. En este contexto, la Sociedad Argentina de Pediatría emitió un comunicado que lamentablemente no reconoce la hermosa y tan necesaria tarea de las puericulturas en el acompañamiento de las mamás que lo necesitan. Este comunicado, obviamente, no representa a los numerosos profesionales de la salud que SI reconocen la importancia del trabajo interdisciplinario.

Yo estoy cada vez más feliz y orgullosa de saber que en el futuro formaré parte de este grupo de profesionales. Estoy muy ansiosa porque en pocos días empezaré mi nueva carrera y aunque la idea original es perfeccionarme como fotógrafa de bebés no se a dónde me conducirá este nuevo camino y eso me pone aun más feliz.

Cada bebé es diferente y cada lactancia también lo es, lo saben las mamás que tienen más de un hijo. Cuando las cosas no son sencillas tener una mujer al lado que te acompañe y te brinde tranquilidad es una bendición enorme. Las puericultoras no reemplazan a los médicos ni a las enfermeras, vienen a colaborar en un trabajo hermoso y lleno de afecto, cada vez más necesario en nuestros días.

«Apoyemos la lactancia materna por un planeta saludable»

Esta semana la ACADP ofrece varios encuentros muy valiosos, podés encontrar el link a las charlas en su Instagram. Si estás viviendo una lactancia difícil no dudes en consultar con una puericultora y recomendala si sabés que alguien necesita ayuda.

Las mamás dan alimento, amor y apoyo incondicional, en cantidad y de calidad, merecen también recibir su cuota de amor y de apoyo.

An Gelmini

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10 consejos para fotografiar a tu mascota https://angelminifotografia.online/10-consejos-para-fotografiar-a-tu-mascota/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=10-consejos-para-fotografiar-a-tu-mascota https://angelminifotografia.online/10-consejos-para-fotografiar-a-tu-mascota/#respond Wed, 15 Jul 2020 16:00:00 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=326 No se discute, nuestros amigos de peluche son lo más bello del mundo y obviamente, súper fotogénicos. Pero quizás, al mirar las miles de fotos perdidas en tu teléfono pienses que algunas no le hacen justicia. Puede ser que estas fotos no reflejen su personalidad. Si sentís eso, estos tips seguro te servirán. Hoy te dejo 10 consejos y la yapa (como decía mi abuelo) para que puedas fotografiar a tu mascota como se merece. 1. Lo ideal es que te ubiques al nivel de tu mascota para que tus ojos estén a la altura de los suyos. Todo depende de la imagen que querés tener, una foto cenital (bien desde arriba) puede tener un efecto irreal, tierno o gracioso que también te guste. 2. ¿Notaste que los animales nos miran directo a los ojos? También en los animales los ojos son la clave de la expresión y el sentimiento, por eso es importante que los enfoques bien. A veces puede parecer que la foto está lograda pero sólo quedó en foco el hocico y los ojos están más borrosos, esto es común, así que debemos poner atención. Luego de tomar la foto ampliala para comprobar que los ojos tengan toda la atención. 3. No descuides el fondo. Si tu cámara o tu teléfono lo permiten podés desenfocarlo. Si este no es el caso, tratá de alejar a tu mascota del fondo o buscá un lugar que acompañe correctamente la toma. Pueden ser flores o árboles en el jardín o una pared de color uniforme. No queremos que un fondo demasiado colorido o una botella de gaseosa se roben el protagonismo. 4. Para planificar la sesión podés buscar inspiración en redes sociales, Pinterest, Flickr… pero no fuerces a tu mascota a poses que no acostumbra hacer, ni le pongas vestuarios incómodos por amor al arte. El cariño y el respeto siempre van por encima de lo estético. 5. Nunca uses flash. Además de enceguecer al animal o de asustarlo, el flash puede provocar efectos no deseados en la fotografía (como esos ojos de alien). El flash incorporado del teléfono o en tu cámara puede usarse con algunos trucos, pero tratándose de mascotas no hay nada mejor que la luz natural. En fotografía de estudio con mascotas sí es común usar el flash, pero el fotógrafo lo hará con los cuidados profesionales que se necesitan. 6. Durante las primeras horas de la mañana o al atardecer la luz es ideal para tomar fotos en el parque o en el jardín de casa. Si hacés las fotos en el interior acercá a tu mascota a la ventana. La luz natural tendrá un mejor efecto que las luces artificiales. 7. Intentá capturar el carácter y la personalidad de tu mascota. Dentro de unos años, cuando la mires, la foto tendrá más valor afectivo si te recuerda sus hábitos y su personalidad. Tomá la foto con su juguete preferido, en su rincón especial de la casa o haciendo alguna actividad que lo caracteriza. Las fotos que acompañan este artículo, por ejemplo, reflejan la relación apasionada que tienen Coco y Reina (se aman, se odian pero viven abrazadas) y la costumbre de hurtar cosas en la cocina que tiene Suri cuando cree que no la vemos. 8. Nadie conoce mejor a tu mascota que vos. Respetá sus tiempos, no dejes de observar su expresión. No fuerces ninguna pose, mucho menos si estás tomando fotos con niños. Si ves que el animal se siente incómodo, voltea y no quiere mirar la cámara la sesión debe suspenderse. ¡Ni hablar si gruñe o muestra los dientes! No tenemos que llegar nunca a eso. Podés tomar la foto cualquier otro día, esa es tu ventaja. Recordá que aunque domésticos, los animales siempre serán animales, honrá su lado salvaje y respetá sus señales. «El amor y el respeto deben estar presentes siempre» 9. Al terminar la sesión recompensá a tu amigo con algo que sea de su agrado. Seguramente volverás a fotografiar a tu mascota en otra oportunidad y querrás que tenga un buen recuerdo. Nunca apliques castigos, siempre reforzá las actitudes positivas. 10. Cuando tengas tiempo, hacé una selección e imprimí algunas fotos. Como digo siempre, si tiene un lugar privilegiado en tu corazón merece un lugar en tu álbum de fotos. La yapa… Si también querés estar en el retrato de tu mascota no descartes la posibilidad de una sesión profesional. Vale también lo escrito arriba, si contratás una sesión el fotógrafo debe tener experiencia y respeto por mascotas. Comentale todo lo que necesite saber sobre tu compañerito (personalidad, alergias, snacks preferidos, miedos, etc). Durante la sesión asegurate de que tu mascota sea tratada con paciencia y cariño, los modelitos siempre son la prioridad. ¿Te gustó el post? Compartilo y dejame tu comentario 🙂

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No se discute, nuestros amigos de peluche son lo más bello del mundo y obviamente, súper fotogénicos. Pero quizás, al mirar las miles de fotos perdidas en tu teléfono pienses que algunas no le hacen justicia. Puede ser que estas fotos no reflejen su personalidad. Si sentís eso, estos tips seguro te servirán. Hoy te dejo 10 consejos y la yapa (como decía mi abuelo) para que puedas fotografiar a tu mascota como se merece.

1. Lo ideal es que te ubiques al nivel de tu mascota para que tus ojos estén a la altura de los suyos. Todo depende de la imagen que querés tener, una foto cenital (bien desde arriba) puede tener un efecto irreal, tierno o gracioso que también te guste.

2. ¿Notaste que los animales nos miran directo a los ojos? También en los animales los ojos son la clave de la expresión y el sentimiento, por eso es importante que los enfoques bien. A veces puede parecer que la foto está lograda pero sólo quedó en foco el hocico y los ojos están más borrosos, esto es común, así que debemos poner atención. Luego de tomar la foto ampliala para comprobar que los ojos tengan toda la atención.

3. No descuides el fondo. Si tu cámara o tu teléfono lo permiten podés desenfocarlo. Si este no es el caso, tratá de alejar a tu mascota del fondo o buscá un lugar que acompañe correctamente la toma. Pueden ser flores o árboles en el jardín o una pared de color uniforme. No queremos que un fondo demasiado colorido o una botella de gaseosa se roben el protagonismo.

4. Para planificar la sesión podés buscar inspiración en redes sociales, Pinterest, Flickr… pero no fuerces a tu mascota a poses que no acostumbra hacer, ni le pongas vestuarios incómodos por amor al arte. El cariño y el respeto siempre van por encima de lo estético.

5. Nunca uses flash. Además de enceguecer al animal o de asustarlo, el flash puede provocar efectos no deseados en la fotografía (como esos ojos de alien). El flash incorporado del teléfono o en tu cámara puede usarse con algunos trucos, pero tratándose de mascotas no hay nada mejor que la luz natural. En fotografía de estudio con mascotas sí es común usar el flash, pero el fotógrafo lo hará con los cuidados profesionales que se necesitan.

6. Durante las primeras horas de la mañana o al atardecer la luz es ideal para tomar fotos en el parque o en el jardín de casa. Si hacés las fotos en el interior acercá a tu mascota a la ventana. La luz natural tendrá un mejor efecto que las luces artificiales.

7. Intentá capturar el carácter y la personalidad de tu mascota. Dentro de unos años, cuando la mires, la foto tendrá más valor afectivo si te recuerda sus hábitos y su personalidad. Tomá la foto con su juguete preferido, en su rincón especial de la casa o haciendo alguna actividad que lo caracteriza. Las fotos que acompañan este artículo, por ejemplo, reflejan la relación apasionada que tienen Coco y Reina (se aman, se odian pero viven abrazadas) y la costumbre de hurtar cosas en la cocina que tiene Suri cuando cree que no la vemos.

8. Nadie conoce mejor a tu mascota que vos. Respetá sus tiempos, no dejes de observar su expresión. No fuerces ninguna pose, mucho menos si estás tomando fotos con niños. Si ves que el animal se siente incómodo, voltea y no quiere mirar la cámara la sesión debe suspenderse. ¡Ni hablar si gruñe o muestra los dientes! No tenemos que llegar nunca a eso. Podés tomar la foto cualquier otro día, esa es tu ventaja. Recordá que aunque domésticos, los animales siempre serán animales, honrá su lado salvaje y respetá sus señales.

«El amor y el respeto deben estar presentes siempre»

9. Al terminar la sesión recompensá a tu amigo con algo que sea de su agrado. Seguramente volverás a fotografiar a tu mascota en otra oportunidad y querrás que tenga un buen recuerdo. Nunca apliques castigos, siempre reforzá las actitudes positivas.

10. Cuando tengas tiempo, hacé una selección e imprimí algunas fotos. Como digo siempre, si tiene un lugar privilegiado en tu corazón merece un lugar en tu álbum de fotos.

La yapa…

Si también querés estar en el retrato de tu mascota no descartes la posibilidad de una sesión profesional. Vale también lo escrito arriba, si contratás una sesión el fotógrafo debe tener experiencia y respeto por mascotas. Comentale todo lo que necesite saber sobre tu compañerito (personalidad, alergias, snacks preferidos, miedos, etc). Durante la sesión asegurate de que tu mascota sea tratada con paciencia y cariño, los modelitos siempre son la prioridad.

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¿Cuál es tu magdalena? https://angelminifotografia.online/cual-es-tu-magdalena/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=cual-es-tu-magdalena https://angelminifotografia.online/cual-es-tu-magdalena/#respond Sat, 13 Jun 2020 14:45:00 +0000 https://angelminifotografia.online/?p=4 los sentidos tienen el poder de hacernos viajar hacia recuerdos felices que teníamos olvidados

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Un viaje en tiempos de cuarentena

Los sentidos son poderosos. Si hablamos de fotografía pensamos en la vista, pero la fotografía también se conecta con otros sentidos. Como cuando ves una foto de newborn y te hace pensar inmediatamente en el perfume de tu bebé.

Todos los sentidos van de la mano y cuando digo que son muy poderosos me refiero a que pueden tener un efecto increíble en nosotros, un efecto muy valioso en días de cuarentena:

«Tienen el poder de hacernos viajar, llevándonos a lugares y recuerdos felices que teníamos olvidados»

Si le preguntás a un francés o a un amante de la literatura acerca de su magdalena seguramente sabrá de qué le estás hablando. Es un término mágico que le debemos a Marcel Proust.

El escritor, en una de las novelas de su obra «En busca del tiempo perdido», relata como una magdalena hace viajar al protagonista al pasado con solo un bocado, recordándole su infancia en Combray.

Una de mis magdalenas preferidas es la flor del cardo. Esta flor me trae muchos recuerdos de mi infancia, como la foto de la sección sobre mí, que me tomó mi papá en el campo de trigo frente a nuestra casa.

También me recuerda unos muñequitos que mi seño Alicia confeccionaba con mucha creatividad usando la flor seca de cardo y nos daba como premio cuando cumplíamos con las tareas. Ella los llamaba cariñosamente «móviles piojosos».

Por eso elegí esta flor para mi logo: es tan sencilla como bella y poderosa. Una planta que se adapta y se reinventa al pasar las estaciones, como las mujeres que me inspiran. Ésta es mi magdalena preferida, porque me hace viajar a una infancia feliz.

Seguramente vos también podés escapar un rato de casa sin romper la cuarentena. ¿Ya sabés cuál es tu magdalena? Por favor, contame.

An Gelmini

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